Roberto Schmit
Durante el complejo proceso de formación del Estado Nacional Argentino, luego del acuerdo de San Nicolás de los Arroyos y de la promulgación de la Constitución de 1853, perduraron por varios años conflictos y disputas entre las provincias impulsoras del acuerdo nacional Argentino y el Estado de Buenos Aires, en pos de alcanzar la meta final de una unión completa bajo el amparo de la joven nación emergente. De modo que, luego de la batalla de Caseros en 1852, continuaría una nueva saga de enfrentamientos, dentro de los cuales tuvieron lugar dos significativos combates entre las fuerzas provincianas nacionales y los porteños, en las batallas de Cepeda del 23 de octubre de 1859 y luego –como cierre de aquella etapa– en la batalla de Pavón el 17 de septiembre de 1861.
Ambos combates fueron la expresión bélica delas disputaspresentes en las diferentes posiciones y pretensiones, que por entonces representaban los dirigentes de los dos bandos en torno a sus visiones e intereses sobre qué tipo de acuerdo nacional pretendían y bajo qué condiciones –esos estados provinciales preexistentes a la nación– podrían alcanzar finalmente una convivencia común y en equilibrio, bajo la égida de una única soberanía estatal federal y de un cuerpo político representativo republicano.
Los bandos en disputa se enfrentaron en el campo de batalla de Pavón, en la provincia de Santa Fe, en las cercanías de la estancia de “Los Naranjos”. Allí lucharon unos dieciséis mil hombres que respondían a las fuerzas de la nación gobernada por el presidente Santiago Derqui, al mando militar de Justo José de Urquiza, en tantoel ejército porteño alistaba a unos quince mil efectivos, comandado por Bartolomé Mitre. Distinguían en su carácter aquellas fuerzas desplegadas, entre los primeros como era habitual, una importantefuerza de caballería que contaba con unos once mil efectivos, en tanto se completaba con otros cinco mil infantes. Por su parte los porteños presentaron, también como era habitual, una poderosa infantería de unos nueve mil hombres y otros seis mil hombres de caballería.
Fueron entonces aquellas fuerzas las que protagonizaron el combate en Pavón que alcanzaría la duración de unas dos horas. En ellas iniciaron las acciones con un primer feroz ataque la infantería porteña, al mando de Wenceslao Paunero, que logró avanzar e imponerse en el centro del flanco de los nacionales. Pero al mismo tiempo la caballería de los nacionales, al mando de Ricardo López Jordán y Juan Saa, también lograba desbandar los flancos de las fuerzas porteñas. De manera que, como resultado de aquellas acciones, las fuerzas de ambos quedaron dispersas en el campo y el rumbo de la batalla aún no habría estado definido.
Así, en aquel fragor de la batalla, cada bando debería proceder a interpretar sus ventajas y desventajas posibles para disponer la mejor estrategia adecuada para sus posiciones y continuar la lucha en pos de alcanzar el triunfo. Pero en medio del curso de las acciones, Urquiza, sin utilizar aún gran parte de su reserva de caballería, tomo la decisión de ordenar la retirada de sus tropas, primero rumbo a Rosario para más tarde incluso cruzar a Paraná. Dejando, de ese modo, el campo de lucha libre para que las fuerzas porteñas actuaran y luego reclamaran la victoria.
Debido al peculiar desenlace de la batalla, de experimentados líderes políticos y militares, se abriría un sinfín de preguntas y de posibles interpretaciones tanto desde las perspectivas del uso de los recursos militares como desde su sentido político, respecto de cómo evaluar las acciones bélicas y las decisiones tomadas antes, durante y después de Pavón. Todo ello ha dejado planteado numerosos interrogantes, ¿se trataría de una batalla inconclusa?, ¿Fue producto del resultado de las numerosas dudas y confusiones, producto de informaciones difusas e interpretaciones equivocadas sobre la marcha del combate? O ¿se trató de acciones y decisiones que emanaban de una serie de acuerdos y desacuerdos preexistentes entre los diferentes líderes de ambos bandos?
De modo entonces que los documentos aquí reunidos sobre la batalla de Pavón, que cerraría el temprano proceso formativo de la nación, son sin duda de significativa importancia como fuentes que consisten en un cuerpo numeroso de partes sobre el combate, información e impresos sobre la batalla y correspondencia entre los principales líderes, en una valiosa colección de testimonios de sumo interés para interpretar aquel contexto histórico y examinar las acciones de ambos bandos a través de estos testimonios relevantes.