Historiar Malvinas: Dossier especial

Con motivo de los 40 años del inicio de la Guerra de Malvinas, en este dossier de difusión recogemos las intervenciones de integrantes del Instituto Ravignani, quienes proponen reflexionar sobre la Guerra, su contexto, la memoria social, el papel de los historiadores y el archivo. Las entradas siguientes aluden no sólo al evento de 1982, sino también a su inserción en un tiempo y un espacio históricos más largos. Los textos de María Inés Tato, Federico Lorenz, Sandra Sauro, Eugenia Bedini y Marina Mattina, Agustín Desiderato y Luis Dalla Fontana, ofrecen distintas miradas sobre una problemática que conecta pasado y presente.

 

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Pensar Malvinas en la larga duración

María Inés Tato

El 2 de abril de 1982, al conocerse el desembarco argentino en las Islas Malvinas, una multitud colmó la Plaza de Mayo celebrando la recuperación del archipiélago austral, en manos británicas desde 1833. Durante sus 74 días, la Guerra de Malvinas contó con un extenso respaldo social, expresado en manifestaciones espontáneas en calles y plazas de todo el país, donaciones en dinero y especie, envío de cartas de apoyo a los combatientes, enrolamiento de voluntarios.

El consenso social alrededor de la guerra no puede ser atribuido exclusivamente al éxito de la propaganda oficial que, a través de los medios de comunicación, llegaba hasta el último rincón del país. En última instancia, la activa movilización social frente a la única guerra internacional de la que participó la Argentina en el siglo XX respondió a una causa nacional secular profundamente arraigada en el imaginario social: la convicción en la legitimidad de los derechos soberanos de la Argentina sobre esos territorios irredentos.

La construcción de Malvinas como causa nacional fue un proceso de larga data, que antecedió por varias décadas al Conflicto del Atlántico Sur de 1982. Malvinas se entrelazó estrechamente con diversos elementos de un sustrato nacionalista muy extendido en la sociedad, como la exaltación del patriotismo, la soberanía nacional, el antiimperialismo, la defensa nacional. Un sustrato transversal por definición, compartido por diversas tradiciones políticas. En efecto, en la reivindicación de la soberanía argentina sobre las Islas y la voluntad de restituirlas al patrimonio territorial nacional confluyeron actores estatales y sociales de todo el espectro político e ideológico, tanto civiles como militares. Los reclamos diplomáticos, las efemérides y el sistema escolar se conjugaron con las intervenciones públicas de notorios intelectuales, las campañas de asociaciones civiles y las acciones de militantes políticos en torno a esa meta común.

Cuando en 1982 el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional lanzó la Operación Rosario -campaña que devino luego en la guerra-, esa cultura política nacionalista preexistente emergió vigorosamente y sirvió de fundamento a la movilización de la sociedad. En consecuencia, una comprensión más cabal de las reacciones sociales ante el conflicto -y de las motivaciones de los combatientes en el campo de batalla- requiere considerar la cuestión Malvinas en la larga duración. Ello implica articular la guerra con la causa que la precedió, pero también con sus legados y reverberaciones en el presente.

 

Manifestación en Plaza de Mayo el día de la recuperación de las Islas. Buenos Aires, 2 de abril de 1982. Créditos foto: DYN/Eduardo Frías.

 

 

Malvinas: cuatro décadas de posguerra

Federico Lorenz

Entre abril y junio de 1982 la dictadura militar argentina involucró al país en una desastrosa guerra contra Gran Bretaña por las Islas Malvinas. La calificación de “desastrosa” deriva no solo del resultado, oneroso en vidas, sino del gran retroceso que significó para los metódicos y perseverantes esfuerzos de sucesivos gobiernos nacionales (democráticos o no). En efecto, hasta el conflicto, había entre el Continente y las islas numerosos lazos sociales, materiales y hasta culturales que la guerra cortó; vuelos semanales, becas de estudio para los isleños, maestras de castellano, empresas estatales argentinas funcionando en las islas. Pocos años después del conflicto, el Reino Unido instaló en Malvinas una gran base militar, cuya presencia amenazante es hoy una realidad.

Desde el punto de vista social y político, la intensidad con la que fue vivida la guerra es muy variada en el territorio nacional. Hay allí una gran agenda de trabajo, que permitiría no solo conocer mejor la experiencia de guerra sino la vida cotidiana durante la dictadura militar. Matizaría, también, miradas demasiado generalizadoras sobre ese acontecimiento, que permiten aún que sea postergado en la agenda de trabajo de lo que se conoce como “historia reciente”. En consecuencia, estudiar la guerra de 1982 también es una pregunta sobre las formas en las que las y los historiadores elegimos nuestro objeto y recortamos nuestros temas.

Llegamos, relacionado con esto, a un punto nodal: la guerra y su recuerdo, su impacto en millares de argentinos, reavivaron lo que desde mediados del siglo XX es una causa nacional, apropiada y resignificada por una amplia gama de actores sociales y políticos. La guerra de Malvinas es entonces una puerta de entrada para estudiar las auto representaciones como nación de la Argentina. Estudiar las consecuencias de la guerra es también una posibilidad de analizar el peso de ficciones orientadoras nacionales preexistentes a la guerra.

Por último, el énfasis en la marca de la guerra, la superposición entre la historia larga de las islas y la historia de la guerra, aún obtura la posibilidad de aplicar las herramientas de la historia regional, de hacer valer las escalas, para el estudio de la región Atlántica. Las historias de Malvinas aún están condicionadas por la matrices estatal -  nacionales para pensar los estudios históricos, que han sido puestos en suspenso, con resultados fructíferos, para otros espacios del actual territorio argentino. Hay allí una subordinación de la Historia al derecho internacional, o más sencillamente, una limitación ideológica, que vale la pena revisar.

 

Artículos periodísticos sobre la cuestión Malvinas pertenecientes a la "Colección de Recortes de Prensa relativos a la actividad historiográfica". Fondo Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani".

 

 

Las Islas Malvinas en el fondo documental del Instituto Ravignani  (1930-1983)

Sandra Sauro, Eugenia Bedini y Marina Mattina (Archivo Histórico)

Desde su creación el Instituto ejecutó la misión fundamental de organizar trabajos de investigación en historia argentina y americana, razón por la cual se abocó a la búsqueda y copia de documentos existentes en Archivos locales y extranjeros así como a la edición crítica de ese acervo. Producto de estas actividades, el Archivo Histórico del Instituto conserva una importante Colección de Copias de Documentos Históricos. Malvinas fue uno de los temas que suscitó el interés de los primeros directores del Instituto, en especial desde 1933 cuando, bajo la dirección de Emilio Ravignani, se inició el relevamiento de documentación por copistas y colaboradores posiblemente enlazado al recuerdo del centenario de la ocupación británica de las Islas en 1833.

La documentación copiada relativa a Malvinas procede mayormente del Archivo General de la Nación (Argentina), del Archivo General de Indias, del Archivo General de Simancas, del Archivo Histórico Nacional (España), de The National Archives (Reino Unido), y del Archivo de la Real Academia de la Historia (España). Los documentos originales que se copiaron corresponden al periodo 1596 a 1840, con una fuerte presencia de material de la segunda mitad del siglo XVIII. El contenido temático es muy variado: puede encontrarse información sobre navíos y tripulaciones de procedencia inglesa, española y francesa en las Islas, el estado de las escuadras y los pertrechos militares y el comercio clandestino. Se destaca la documentación sobre las diferentes expediciones a Malvinas y territorios aledaños y los  reconocimientos geográficos y descripciones sobre la zona de Tierra del Fuego, el estrecho de Magallanes y las propias Islas. Por otra parte, se resguarda documentación copiada relativa al asentamiento y desalojo de la población inglesa y francesa, el estado de las personas radicadas en Malvinas, el movimiento de víveres y la colonia de Luis Vernet. Por último, predomina la correspondencia oficial entre autoridades y funcionarios del gobierno de España e Inglaterra relativa al conflicto diplomático por el Puerto Egmont de 1770 y la ocupación de 1833, así como también correspondencia entre estas autoridades y los capitanes de navíos.

Además de las copias, el Instituto comenzó, en 1928, a coleccionar artículos aparecidos en la prensa nacional sobre el tema Malvinas, tarea que continuó hasta el año 1983, y que ocupan dos gruesos tomos encuadernados.

En un trabajo de investigación realizado por Sandra Sauro sobre la participación del Instituto Ravignani en el Sesquicentenario de la Independencia, se destaca que el interés por Malvinas cobró un fuerte impulso durante la gestión de Ricardo Caillet Bois entre 1955 y 1973.1 En principio, se intensificaron las publicaciones: aprovechando el enorme trabajo realizado previamente por copistas y colaboradores se publicó la Colección de documentos relativos a la historia de las Islas Malvinas. En segundo lugar, si bien el interés historiográfico de Caillet Bois no era nuevo en este tema, las circunstancias geopolíticas de los años de 1960 presentaron características peculiares que llevaron a buscar en el pasado la legitimación de la política presente. Así, Caillet Bois  intervino activamente desde su lugar de historiador, enlazando las pruebas documentales que sustentaron el reclamo argentino del territorio de Malvinas y, al mismo tiempo, apoyando las gestiones político diplomáticas que el gobierno de Alberto U. Illia dirimía en la ONU.

Cruzando la política con la historia y el presente con el pasado, en 1964 Caillet Bois promovió y presidió la Comisión Pro Recuperación de Malvinas, con el objetivo de mantener viva la protesta y el reclamo para la devolución del archipiélago conquistado por Inglaterra. Una de las principales acciones de dicha Comisión fue organizar una recolección de firmas y un acto popular en el Estadio Luna Park definido como un acto “político, histórico y artístico” en el que participaron estudiantes de diversas escuelas y donde en el cierre se leyó un telegrama dirigido al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas. Tanto la conformación de la Comisión como el acto realizado en el Luna Park quedaron documentados en la colección de recortes de prensa sobre Malvinas conformada por el Instituto, que también custodia la documentación relativa a la recolección de firmas.

Se hallan en nuestro Archivo, además, copias de circulares del Ministerio de Relaciones Exteriores entre los años 1965 y 1966, que recogen el triunfo diplomático argentino encarnado en la Resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU del 16 de diciembre de 1965. Se destacó en aquella negociación, iniciada en 1964, la labor de dos diplomáticos argentinos, Lucio García del Solar y Bonifacio del Carril, también vicepresidente 1º de la Comisión Popular Pro-Recuperación. Ambos lograron poner el caso bajo el proceso de descolonización, en reemplazo del criterio del Reino Unido que se amparaba en el derecho de autodeterminación. El denominado Alegato Ruda muestra la utilización de los antecedentes históricos como fundamentación para el reclamo diplomático en el nuevo contexto de descolonización.

Tanto la Colección de Documentos históricos recopilados por copistas y colaboradores, la de Recortes de prensa sobre Malvinas y la documentación que recoge parte del quehacer de Ricardo Caillet Bois en el marco de la Comisión Pro Recuperación de Malvinas, se encuentran disponibles para la consulta pública en el Archivo Histórico del Instituto.

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1 Sandra Sauro, “El Instituto Ravignani y su participación en el Sesquicentenario de la Independencia”, ponencia presentada en las XVI Jornadas Interescuelas en Historia/Departamentos de Historia, organizadas por el Departamento de Historia, el CEHis y la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Mar del Plata, 9 al 11 de agosto de 2017.

 

Firmas en adhesión a la Comisión Pro Recuperación de las Islas Malvinas. Zapala (Neuquén), 9 de enero de 1965. Fondo Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani".

 

 

La Guerra de Malvinas a través de las publicaciones infantiles

Agustín Desiderato

Durante la Guerra de Malvinas, la prensa periódica argentina buscó legitimar el esfuerzo bélico entre la sociedad civil, a través de una movilización cultural que empleó numerosos recursos, tanto artísticos como literarios. De esa propaganda de guerra también participaron publicaciones infantiles, como, por ejemplo, Billiken (revista semanal creada por Constancio C. Vigil en 1919) y Croniquita (suplemento dominical del diario Crónica, creado por Héctor Ricardo García en 1963). Ambas eran de fácil acceso, tenían una escala de circulación importante y se orientaron, principalmente, a los niños en edad escolar.

Billiken y Croniquita utilizaron estrategias discursivas para ganar adhesiones hacia la Causa Malvinas. Las distintas secciones y apartados (fichas informativas, cuadros, mapas, ilustraciones, historietas y juegos) mostraron contenidos referidos a la historia de las islas, su flora y fauna, la usurpación británica de 1833 y los firmes y reiterados reclamos de Argentina ante la comunidad internacional. Por su parte, la guerra fue presentada mediante una dicotomía de “legitimación-deslegitimación” y una descalificación del enemigo. De ese modo, los lectores aprendían del valor y sacrificio de los soldados argentinos, que, por una causa noble y justa, se batían tenazmente contra la imperialista, pirática y expoliadora nación británica.

 

Tapa del suplemento Croniquita, del diario Crónica. Buenos Aires, 18 de abril de 1982.

 

 

El plan que no fue un plan

Luis Esteban Dalla Fontana

En este nuevo aniversario de la guerra de Malvinas se impone también reflexionar sobre algunas cuestiones que por su tecnicismo están alejadas de la conmemoración emotiva pero igualmente aportan significación a los hechos. Por ejemplo, la existencia de un plan militar para la recuperación del archipiélago y para el empleo de las fuerzas armadas en un probable enfrentamiento con Gran Bretaña diseñado cuatro décadas antes de los sucesos de 1982. Un asunto que ha sido sostenido en algunos ámbitos académicos e historiográficos y, sin embargo, es factible demostrar que el supuesto plan es una de las tantas interpretaciones especulativas de los hechos vinculados al conflicto.

Si se analizan a la luz de las especificidades técnico-militares las intenciones que algunos marinos esbozaron mucho antes de que comenzara a prepararse la operación de desembarco, resulta que no constituyeron un plan en el estricto sentido de la palabra. ¿Pueden considerarse como un plan los aportes del capitán Villanueva y la “iniciativa del ministerio de Marina para gestionar el reintegro de las Malvinas a la soberanía nacional”? Si bien se los ha considerado así, no constituyeron un documento válido pues ambos textos carecían de información y disposiciones necesarias. El primero fue una presentación de unos alumnos de la Escuela de Guerra Naval para aprobar un curso en 1941. Y el segundo, una nota que el ministro de Marina envió ese año a la Cancillería en la que se calificaba como de “urgente necesidad” reintegrar las islas al patrimonio nacional y se proponía un sintético modo de acción.

La realidad que se vivió de abril a junio de 1982 no respondió a un plan sino a la coyuntura política. Por caso, uno de los jerarcas de la Junta Militar manifestó como principal fundamento de lo ocurrido que “había que dar una cuota de sangre que demostrara al mundo que los argentinos estábamos interesados en las Islas Malvinas”. Así, la directiva estratégica que debió haber dado origen al plan de operaciones tampoco existía, fue redactada por los militares que evaluaron la factibilidad de la recuperación; no la recibieron del Estado Mayor Conjunto ni del poder ejecutivo.

En rigor de verdad, el contexto en que se desarrolló la guerra estuvo dominado por las improvisaciones antes que por los estudios analíticos. Un plan militar es lo que hubiera diferenciado a una resolución que estuvo basada en los impulsos de trasnoche, en la pura retórica y en la coyuntura política –y que dejó librada la suerte de las armas al esfuerzo titánico de los combatientes– de otra apoyada en el análisis minucioso de cuanta circunstancia pudiera suponerse, y que no existió.

En consecuencia, luego de transcurridos 40 años de una guerra irreflexivamente desencadenada por un problema de soberanía nacional y cuya historia se encuentra cruzada por vectores de todo tipo, se impone una necesidad primordial de analizarla también a la luz de las especificaciones técnico-militares para asegurar una recuperación fidedigna del pasado.