Martha Rodríguez
Uno de los elementos que caracterizaron a la institucionalización de la Historia en la Argentina en las primeras décadas del siglo XX fue el establecimiento de una práctica basada en la erudición y en la aplicación de un canon metodológico que comprendía un conjunto de procedimientos heurísticos de crítica documental. Buena parte del trabajo de un historiador se resolvía entre erudición y destreza metodológica en el manejo de los documentos.
Los documentos, su búsqueda, selección, organización temática y crítica erudita, se convirtieron en piezas centrales del trabajo historiográfico. Los principales esfuerzos institucionales y profesionales se pusieron al servicio de proyectos de carácter heurístico, documental y crítico, como la búsqueda de documentación inédita, su organización en series, su preservación y su difusión a través de la publicación.
La primigenia Sección de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras, convertida en 1921 en el Instituto de Investigaciones Históricas, rebautizado Instituto de Historia Argentina “Dr. E. Ravignani” en 1956, para finalmente adoptar su actual denominación en 1963, asumió aquella tarea como central. La búsqueda de documentación original tanto en archivos argentinos como extranjeros, su posterior trabajo de organización y finalmente su publicación insumieron buena parte de los esfuerzos humanos y materiales de la institución desde sus inicios y a lo largo de las décadas siguientes. [1] Más allá de interrupciones motivadas por problemas principalmente financieros, esa tarea no se vio significativamente alterada con la irrupción del peronismo ni tampoco con la coyuntura abierta con la reestructuración del sistema universitario luego de su caída.
El acceso de Ricardo Caillet Bois, un discípulo de Ravignani, a la dirección del Instituto en 1955 alentó la permanencia de ese modelo historiográfico tradicional en el que continuaron siendo centrales aquellas actividades y proyectos que giraban en torno a la operatoria heurística y la producción de insumos para la investigación. El trabajo orientado a estas tareas permitió en esos años la publicación de distintos corpus documentales, como el archivo de Facundo Quiroga, la correspondencia entre Bartolomé Mitre y Rufino de Elizalde o la colección de documentos relativos a la historia de las Islas Malvinas.
Por eso no resulta extraño que la propuesta del Instituto para sumarse a aquellas proyectadas para conmemorar el sesquicentenario de la Revolución de Mayo en 1960 fuera la publicación de una colección de fuentes y de referencias bibliográficas. En rigor, la conmemoración del sesquicentenario motivó una prolífica obra editorial que se extendió más allá de la Universidad de Buenos Aires. [2]
En su carácter de Director del Instituto y miembro de las Comisiones Especial de Homenaje de la Universidad de Buenos Aires y Nacional Ejecutiva del Sesquicentenario, Caillet Bois se valió de la coyuntura conmemorativa y de su privilegiada inserción en ellas para obtener de la primera el auspicio y de la última el imprescindible financiamiento para llevar adelante dos iniciativas: Mayo Documental y Mayo en la Bibliografía. Si la bibliografía preparada por los profesores María E. Caffese y Carlos F. Lafuente publicada en 1961 se proponía como una guía destinada a orientar la búsqueda de libros, folletos y artículos referidos a sucesos acaecidos entre 1808 y 1810, Mayo Documental se presentaba como una ambiciosa y vasta Monumenta en 12 volúmenes, inscripta en los formatos y producciones que habían cimentado el prestigio de la institución en la primera mitad del siglo XX.[3] Eso resulta evidente en el predominio que tiene la documentación de corte político-institucional dentro de la selección, en el formato cronológico que adopta la organización de la serie, pero también en la atención y explicitación de los criterios heurísticos utilizados.[4]
Los documentos que componen la publicación reconocen diferentes orígenes. Una parte había sido publicada por el instituto en 1912 en la obra –para ese entonces agotada– Documentos relativos a los antecedentes de la independencia de la República Argentina, pero a ella se sumaba un amplio conjunto de transcripciones y reproducciones de documentos inéditos, conseguidos con posterioridad gracias al trabajo de exhumación llevado adelante por investigadores, copistas y el propio director del instituto en archivos europeos y americanos. En su conjunto referían al que constituía el eje vertebrador de la colección: los vínculos entre las naciones europeas con intereses en el Río de la Plata y esta región entre 1808 y 1811.
Iniciada su publicación en 1961, su suerte no fue diferente a la de otros proyectos acorralados por los avatares económicos y los climas políticos que signaron al país. Más aún en una institución que no contaba con fondos propios y, en consecuencia, se veía obligada a tramitar ante las autoridades de la Facultad cada gasto o bien conseguir fondos por fuera de ella. Mayo Documental se vio interrumpida en 1966. Se llegaron a publicar doce tomos y aunque ese número era más o menos el previsto en el proyecto original, el último lleva inserta antes del índice final una nota del director expresando su decepción por no haber logrado un refuerzo en la asignación presupuestaria, que hubiera permitido completar la publicación de la documentación de 1810 y avanzar sobre la del año siguiente. Por ese motivo, señala, “...muy a pesar nuestro, debemos poner final a esta importante serie”. [5]
[1] Cfr. Buchbinder, P. (2021). Los orígenes del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, (55), pp. 105-119 ; y Djenderedjian, J. (2022). Un siglo del Boletín. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, (57), pp. 2-14 .
[2] A modo de ejemplo y sin intención de exhaustividad, la Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación y Justicia publicó la serie Biblioteca del Sesquicentenario. Cuadernos Culturales; El Congreso de la Nación publicó Biblioteca de Mayo. Colección de Obras y Documentos para la Historia Argentina; el Consejo Deliberante de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires compiló una serie de escritos bajo el título Mayo, su filosofía, sus hechos, sus hombres; la editorial Hachette amplió el catálogo de su colección El Pasado Argentino dirigida por G. Weimberg; la Academia Nacional de la Historia publicó varios tomos con ediciones facsimilares de periódicos de la época de la revolución. La mayor parte de estas obras editadas entre 1960 y 1961 son exhumaciones de documentos de época, memorias de los participantes, biografías, reediciones de clásicos del pensamiento argentino y guías bibliográficas, fueron pocas las que sumaron novedades historiográficas. También en la Universidad de Buenos Aires los emprendimientos editoriales ocuparon un lugar central en la conmemoración. EUDEBA editó su famosa colección del Siglo y medio, una reedición de clásicos de la literatura y la historiografía argentina y publicó la obra Historia de la Universidad de Buenos Aires encomendada a Tulio Halperin Donghi por el Consejo Superior como parte de las actividades originadas en la celebración.
[3] Aunque la coyuntura del sesquicentenario no permitiera vislumbrarlo con claridad, de algún modo, que los mayores esfuerzos del Instituto continuaran empeñados en la gestión de su biblioteca y especialmente en el relevamiento, preparación y edición de fondos documentales exponía algunos de los límites de las propuestas de la Nueva Escuela Histórica, sobre todo frente a la emergencia nuevas perspectivas historiográficas.
[4] En la obra se señala la adhesión a las convenciones heurísticas establecidas por la 1º Reunión Argentina de Paleografía y Neografía realizada en 1956.
[5] Caillet Bois, R. (Dir). Mayo Documental, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Historia Argentina “Dr. E. Ravignani”, T. II, p. 341.